CHILOÉ: METÁSTASIS DE UN MODELO AGOTADO
Opiniones

Por Ángel Saldomando

En el marco de la catástrofe de Chiloé emerge la metástasis destructiva en lo ambiental y en lo social que ha generado el modelo liberal y extractivista dominante en Chile. Solo la imposición autoritaria y el cierre de espacios políticos lograron mantener, durante tanto tiempo, la ficción del éxito del modelo chileno frente a otros diagnósticos de la realidad.

Pero esta ha terminado por romper el cerco, incluido el mediático y el de las propias ilusiones de sectores que creían poder regular, redistribuir, temperar el modelo. Está claro ahora que eso no es posible. Su estructura, manejo y competitividad; están basados precisamente en que no se regula, no distribuye, no se responsabiliza, traspasando todos los costos a los trabajadores y a la sociedad en su conjunto. La resiliencia eco sistémica del país está agotada y solo falta que ello se transforme en capacidad social y política para que la inocultable realidad sea forzada al cambio. Eso es lo que la casta política y empresarial resiste e impide con todos los medios a su alcance.

Es probable que esta situación se prolongue aumentando los costos para todos y haciendo más difícil una transformación necesaria, sostenida y menos critica. Chile no está en condiciones ni tiene los medios de operarla de manera rápida, coherente y sistémica. Pero la urgencia puede plantear el inicio del camino y la creación de las capacidades necesarias. Eso es lo que en lo inmediato al menos parece posible.

A su paso la crisis de Chiloé está contribuyendo poderosamente a ello. Ha generalizado la percepción crítica del impacto del modelo, ha relacionado extractivismo, neoliberalismo y comportamiento depredador de empresas nacionales e internacionales. Pone en evidencia la colusión, y sus consecuencias, entre grupos empresariales y políticos, como en la ley de pesca. Y naturaliza el recurso a la movilización social territorial como instrumento de autodefensa y de propuesta.

Sin embargo, la ausencia de dimensión nacional y coordinada en algún tipo de planteamiento se hace sentir. Es evidente que también surgen contradicciones no solo con las empresas que dominan en el extractivismo, también con sectores que se han adherido a los intersticios laborales y de servicios que la sub contratación les deja. Chiloé podría en este sentido ser una experiencia decisiva para demostrar que otra evolución social es posible.

Los políticos honestos, los científicos, los expertos, los líderes sociales y territoriales podrían converger en este esfuerzo en el terreno, algo que la experiencia de Aysén no pudo hacer, ni tampoco la de Freirina, quedando dependientes siempre del poder central.

Los grupos dominantes buscan zafar de la responsabilidad, esperan que esto sea solo reactivo y que los bonos y otras promesas calmantes apaguen el fuego.

La única posibilidad de evitar esto es cambiar las condiciones y contenidos del juego, ello es difícil de hacer si no se tiene capacidad de propuesta más allá de lo coyuntural.

La propuesta en torno a un ecologismo duro contra un libre mercado permisivo e irresponsable, se hace indispensable en la medida que el país está agotado. Ello implica además de proponer, redistribuir los costos de la crisis, imponiendo a las empresas duras medidas de erradicación, limpieza y financiamiento de las medidas de reparación.

En Chiloé se están jugando aspectos muy sensibles, no solo porque se tocó dramáticamente el fondo podrido del modelo, además porque la región aunque agredida, en lo sensible y lo simbólico guardaba para el resto del país un estatus de reserva, una suerte de lugar aún mítico; aunque esto no fuera así.

Como en ningún otro conflicto ambiental y territorial el de Chiloé sacude al país, poniéndolo frente a una situación terminal. Frente a ella la distancia y la débil capacidad de reacción del Estado en su conjunto no solo pone en cuestión su legitimidad, ya muy desgastada, sugiere además que hay espacios que ocupar por los propios actores sociales en la discusión sobre alternativas. Esto comienza, puede esperarse, a ser el signo más importante de que las cosas podrían cambiar. También Chiloé deja evidencia en este sentido.

Fuente: http://www.lemondediplomatique.cl/Columnas-sobre-Chiloe.html