Durante el mes pasado, reflotó con fuerza el tema de la privatización del borde costero de Puerto Montt con la aprobación, por parte del concejo municipal, de la construcción de una pasarela para unir los edificios del mall Paseo Costanera. Este hecho trajo a la memoria también que, por más de 20 años, los distintos gobiernos locales han entregado en bandeja este espacio de uso público a los grupos económicos dominantes de la capital regional. Sin duda que es un tema preocupante, considerando que un bien de todos los ciudadanos no puede ser gestionado por unos pocos.
Ahora bien, la privatización del borde costero no solo se lleva a cabo en el centro de la ciudad. Este proceso también se viene desplegando desde hace unas décadas en toda la zona costera del seno de Reloncaví, mediante la asignación indiscriminada, y en base a la demanda, de concesiones para el desarrollo de una industrialización marítima (empresas acuícolas, pesqueras, portuarias, etc.). Estas actividades han sido fuertemente apoyadas por el Estado y generan una serie de tensiones y conflictos con las comunidades litorales.
En el fondo, con la expansión de esta industria en el Reloncaví, se provoca el despojo de las comunidades costeras de sus territorios de acción consuetudinaria, que se manifiesta en el desplazamiento y/o reducción de sus actividades tradicionales, problemas de acceso y escasez de recursos pesqueros, la destrucción o abandono del espacio litoral, la degradación de los ecosistemas costeros y la precarización de las condiciones de vida de los grupos locales por la pérdida de control de sus territorios. En definitiva, a raíz del aumento de las actividades productivas, se requiere regular el uso de la zona costera del seno de Reloncaví en toda su extensión, mediante mecanismos que aseguren la participación de todos los actores involucrados. Se trata de un tremendo desafío que implica generar un sistema de gobernanza litoral que permita mejorar la convivencia entre las distintas actividades y prevenir que ciertos sectores del borde costero no se transformen en zonas potenciales de sacrificio ambiental.
Alejandro Retamal Maldonado