En un contexto de creciente inseguridad, se multiplican las categorías de estafas. Se suma a estos el «fraude alimentario» definido por Olmsted como el acto de intercambiar o adulterar ingredientes con el fin de aumentar ganancias económicas. Para dimensionar, la asociación de supermercados norteamericanos estimó que el 10% de los productos habían sufrido algún grado de adulteración.
Sucede en la re-venta de las supuestas «mermas» de salmones en puestos informales y en restaurantes de sushi donde el menú ofrece rolls de una especie cuando lo que se sirve son rolls de pescados de menor costo y calidad nutricional.
Es una práctica tan frecuente, que un estudio realizado por Oceana encontró «pescados truchos» (reemplazos fraudulentos) en el 100% de las muestras tomadas de restaurantes en la ciudad de Nueva York, donde 96% de los denominados «rolls de atún» no contienen atún.
Ocurre en los paquetitos de queso rallado «parmesano» que en realidad debiese llamarse queso tipo-parmesano, ya que no proviene de Parma. Estos son cortados no solamente con quesos más económicos, sino además entre un 4-7% de pulpa o celulosa de madera. Los aceites de oliva «prensado en frío» son diluidos con aceites de oliva más procesados, rancios o incluso aceites de otras especies como maní y soya (altamente alergénicos) u aceites cancerígenos. Estudios concluyeron que uno en 30 de aceites de oliva comercializados en Alemania y uno en 10 en EE.UU. eran no-adulterados.
Muchos aceites de oliva rotulados como «producidos en Italia» tienen otros orígenes y son solamente embotellados en Italia. Algo similar podría estar ocurriendo con nuestra emblemática leche purita, producida en Chile y regida por meticulosas bases técnicas. Compuesta principalmente por leche en polvo, las bases especifican el contenido graso, proceso de secado, color y olor requerido. Sin embargo, no hay alusión a su proveniencia (doméstica o internacional).
Es así que el fraude alimentario es una estafa que toma múltiples formas: pirateo, falsificación, adulteración o sustitución de especies permeando canales de venta formales e informales, de abastecimiento y restauración. Un crimen perfecto, invisible a la vista y al paladar.
Por Jael Goldsmith Weil, Subdirectora del CEDER ULagos.
* Publicada el 14 de marzo de 2024 en el Diario Austral de Osorno