¿Por qué hablar de políticas insulares? ¿Nos permiten entender el estallido social en Chile? Las islas son masas de tierra rodeadas por una barrera natural, el mar, que da paso a una identidad particular, que se distingue de lo continental por lo evidente de esa barrera. No es una distinción dramática, sino una que se vuelca a lo propio, generando un vínculo afectivo y emocional con el territorio. Al mismo tiempo, los habitantes isleños han vivido distintas formas de marginación de las decisiones que les competen. Una inversión sectorial ya definida o una visión de las islas que no fue consultada con sus habitantes se suman a una lista de experiencias similares que resulta frustrante porque los isleños pueden asegurar que los que deciden no viven en islas, y que no conocen sobre lo que están decidiendo. El resultado es sumamente complejo: una mezcla entre emociones negativas –frustración, rabia, resentimiento– y fundamentos racionales, pero difíciles de comprender para quien no se enfrenta cotidianamente a la vida isleña.
Esta mezcla define la política insular, y es especialmente ardua cuando las decisiones deben ser rápidas y aplicables a muchos territorios. El desafío es atender la característica insular, lo que implica reconocer que quienes viven lejos de los centros de poder son capaces de reconocer sus propios problemas y de plantear sus propias soluciones. Ello requiere conocer los fundamentos de esa rabia y frustración y estar dispuestos a oír voces con mensajes nada complacientes. Mal que mal, el reclamo es que han sido décadas de marginación y de subestimación, más allá de los montos de inversión o de las prioridades a zonas extremas.
Aquí es donde encontramos similitudes con el panorama de todo Chile. El crecimiento económico, el mejoramiento de las condiciones de vida y el acceso a oportunidades han sido impuestos, y representan la visión de otros. Pese a los avances que se pueda argumentar, no queda ánimo para esperar a que los déficits sean corregidos por otros. Más que salidas, lo que debemos esperar es un golpe de timón que asimile la urgencia de replantear la relación entre quienes deciden por el país y quienes son depositarios de esas decisiones.
Álvaro Román, Investigador CEDER
Columna de Opinión publicada en el Diario Austral de Osorno, el día 20 de Febrero de 2020.