Análisis de coyuntura, Abril 2018.
CEDER, Universidad de Los Lagos
Hace unos días, el periódico El Mercurio (22 de Abril del 2018, B7) hizo un reportaje donde señala que el Gobierno de Sebastián Piñera está estudiando un nuevo enfoque para las políticas de compra de tierras. Señala que se busca “poner márgenes a la política de entrega de tierras a comunidades mapuches”. En sus argumentos relaciona las demandas de tierras con la creación “indiscriminada” de nuevas comunidades, lo que haría infinita estas demandas. En la medida que se subdividen las comunidades y éstas son reconocidas por la institucionalidad, se estarían creando las condiciones para que reivindiquen nuevos predios. Más aún, se señala, que “durante la administración de Bachelet se reconoció un número record de nuevas comunidades, inyectando presión adicional a un conflicto de por sí complejo y que ahora deberán asumir las nuevas autoridades”.
Se mencionan dos estudios que permitirían tener una idea de cuantas tierras estamos hablando, ya sea en términos de las tierras compradas por el Estado vía Conadi, ya sea de la demanda potencial de tierras posibles de ser reivindicadas. Los catastros no son precisos, por lo que se presentan cifras dispares. Según Conadi se habrían restituido, entre 1994 y 2017, la cantidad de 241 mil hectáreas. Un estudio del INDH señala que hasta el 2014 se habrían adquirido 190. 691 hectáreas, a lo cual habría que agregar las transferencias de predios fiscales (INDH, 2014: 242). Como sea, ambas cifras tienden a coincidir.
Donde si hay diferencias es en la demanda potencial, es decir, sobre cuantas tierras las comunidades podrían presentar antecedentes de restitución. Para ello, según El Mercurio, estos estudios consideraron la diferencia entre los Títulos de Merced y las cabidas actuales de ellos. Según el estudio de la Universidad de La Frontera (2016), se trataría de 644.956 hectáreas. Según la propia Conadi, se trataría de 507.583 hectáreas. Esto significaría que, en el primer caso, se habría logrado cumplir con el 36% de la demanda potencial, y, en el segundo, con el 48%.
En el fondo de esta discusión está el tema de si la demanda de tierras es finita o infinita, y, según una u otra alternativa, cuando se podría dar por terminada la compra de tierras. Más aún cuando se menciona un valor actualizado de las compras realizadas desde 1994 a la actualidad, de 1.077 millones de dólares. Esto se complicaría aún más por dos situaciones. Una es la ya mencionada creación de nuevas comunidades a partir de la subdivisión organizacional de las comunidades tradicionales (las que provenían de un Título de Merced). La otra, se refiere a que según el estudio de la Universidad de La Frontera, citado por El Mercurio, el “91,9% de las transferencias de tierras a comunidades se hicieron fuera de los títulos de merced”.
Según un estudio de Héctor Gonzalez (1986: 7) y que se considera altamente fidedigno, entre 1884 y 1929, el Estado habría otorgado 2.918 Títulos de Merced, con una cabida total de 510.386 hectáreas. El reportaje en comento de El Mercurio, señala que actualmente Conadi reconoce la existencia legal de 4.325 comunidades, lo que daría un diferencial de 1.407 comunidades, esto es aproximadamente un 50% de aumento con respecto a las comunidades originales. En cuanto al diferencial entre la cabida de los Títulos de Merced y la demanda potencial el reportaje no aclara, pero muy probablemente se deba a que se consideren otros tipos de títulos, como los de Comisario en la zona Huilliche y quizás parte de las demandas sobre “tierras antiguas”, que nunca fueron reconocidas por el Estado.
Al respecto, se pueden realizar las siguientes observaciones.
Si uno analiza globalmente este asunto, se pueden establecer las siguientes conclusiones.
La primera, es que hay evidentes contradicciones entre la práctica política de la coalición gobernante y su discurso actual. La ley indígena fue explícitamente limitada en una serie de aspectos que podrían haber puesto “márgenes” a las consecuencias que ahora se denuncian como escandalosas.
La segunda, es que una solución global no se avisora posible si no se consideran la propia práctica política y elementos jurídicos más amplios que no se reducen al reconocimiento de las tierras de los Títulos de Merced, de hecho hay comunidades que han desaparecido en el tiempo.
En tercer lugar, no parece posible cambiar las prácticas de reivindicación y compra de tierras, sin un cambio legal que las oriente en otro sentido.
Finalmente, en cuarto lugar, no parece posible ninguna de las anteriores sino se plantea un diálogo político entre las distintas fuerzas políticas y la propia dirigencia indígena, en especial, la mapuche. Que constituye cerca del 80% del total. Reducir la política indígena a un asunto de compras más, compras menos, soslayando el diálogo político no parece viable, toda vez que lo que está en juego son los principios de validez de la demanda indígena.
Aukiñ Wallmapu Ngulam (Consejo de Todas las Tierras) (1997). El pueblo mapuche, su territorio y sus derechos. Temuco, Kolping.
Héctor González (1986). “Propiedad comunitaria o individual. Las leyes indígenas y el pueblo mapuche”. Ñütram, año 2, número 3. pp 7-13.