Dr. Mario Sandoval
Investigador del Centro de Estudios del Desarrollo Regional y Políticas Públicas, CEDER
En los últimos días, la ciudadanía ha sido testigo de tres situaciones graves de violencia que involucran a estudiantes secundarios. El primero de ellos sucedió el pasado 29 de mayo en el colegio Nuevos Horizontes de San Pedro de La Paz, Región del Biobío; allí tres estudiantes resultaron heridos luego que dos jóvenes ingresaran al colegio con armas de fuego y dispararan en su sala de clases. Con posterioridad, uno de los agresores (estudiante de 17 años) fue detenido y permanece en internación provisoria.
Al día siguiente dos estudiantes menores de edad agredieron con un cuchillo a otro estudiante de 17 años del Liceo Bicentenario Politécnico de Melipilla (Región Metropolitana). La víctima murió tras recibir múltiples heridas cortopunzantes durante la riña. Los dos presuntos autores, también menores de edad, son hermanos y quedaron detenidos a la espera de formalización.
En un nuevo episodio de violencia escolar ocurrido el lunes 2 junio, una adolescente hirió con arma blanca el rostro de una compañera del Liceo de Coronel (Región del Biobío). La estudiante fue trasladada hasta un SAPU cercano, donde llegó nuevamente la agresora, quien lesionó ahí a la pareja de la primera víctima, así como a una tercera persona que intercedió en la pelea. Según información de Carabineros, todo se registró en las afueras del Liceo Técnico Profesional de la Madera.
Y así suma y sigue; estos son solo tres hechos ocurridos la última semana y lo más probable es que sigan ocurriendo, lo cual debería generar una alarma e interpelación a la sociedad chilena.
¿Qué estamos haciendo mal como docentes, como padres, como madres, como adultos, como sociedad, que una parte significativa de las nuevas generaciones están reaccionado de esta manera ante conflictos que deberían ser resueltos de manera pacífica?
No cabe duda que la violencia escolar es un problema psicosocial que afecta tanto a estudiantes, docentes y familias en todo el país. Esta violencia se manifiesta de múltiples maneras: agresiones físicas, acoso verbal, bullying, exclusión social y violencia digital, en algunos casos, con resultado de muerte. Este fenómeno no solo interfiere con los procesos de aprendizaje, sino que también genera consecuencias emocionales profundas en quienes los sufren.
Las causas de la violencia escolar son múltiples y complejas. Pueden estar relacionadas con conflictos familiares, problemas psicológicos, falta de valores, uso excesivo de la tecnología, o la carencia de una educación emocional adecuada. Además, el entorno escolar juega un papel fundamental: instituciones con poca supervisión, ausencia de normas claras o falta de diálogo entre alumnos y docentes pueden facilitar la aparición de conductas violentas.
Es urgente erradicar esta violencia entre escolares, sabiendo que no es tarea fácil, pero es un compromiso obligado del Estado y de los privados para garantizar una educación segura, inclusiva y respetuosa para todos.
Publicado por: Natalia Araya Raccoursier