Tres prestigiosas organizaciones han llevado adelante una encuesta denominada «Valor Compartido» en la cual se han apoyado posteriores columnas de opinión y titulares.
Dicha encuesta, descrita en forma muy resumida, busca saber acerca de la percepción ciudadana en torno a dos industrias extractivas y 3 monocultivadoras, tales como la minería del cobre, el litio, fruticultura, forestal y la industria del salmón. Para ser más específicos, se describen las percepciones (nota de 1 a 7) respecto a diferentes ámbitos de desempeño de cada industria y posteriormente se propone explicar, en base a dichos ámbitos, el nivel de confianza que expresa la ciudadanía en tales industrias.
Hay algunos aspectos interesantes tales como la comparación entre industrias, por un lado, y la comparación entre la opinión de las personas que habitan las zonas de influencia (sur austral en el caso del salmón) y las del resto del país respecto a dichas industrias.
Sin embargo, debo decir que el presupuesto respecto a la confianza como fenómeno social y el procedimiento de análisis de los datos es decepcionante por razones técnicas que no puedo detallar en este espacio.
Vale aclarar que no busco cuestionar su metodología ni qué tan complacientes puedan llegar a ser para algún grupo de interés sus resultados. Tampoco me cabe duda respecto a las capacidades técnicas y profesionales con las cuales cuentan las organizaciones que han promovido esta encuesta. Pero me queda temer que, por evitar la sofisticación técnica en la divulgación de su estudio, el producto se haya convertido en un dispositivo mediático que escape a la buena intención originaria. Llevar a cabo estudios sociales conlleva una tremenda responsabilidad, sobre todo en temas tan controversiales como son los proyectos extractivos y monocultivadores en nuestro país, sobre todo si se busca la legitimidad y aceptación social del modelo de crecimiento económico primario exportador por parte de las comunidades locales.
La invitación es que estudios de tal envergadura busquen un equilibrio entre la generación de opinión pública y la rigurosidad científica. Dicho equilibrio lo tratamos de encontrar y sostener en las ciencias sociales, y por lo tanto, también debe ser entendido como un valor compartido.
Por Ricardo Rivas, investigador del CEDER ULagos.
* Publicada el 11 de abril de 2024 en el Diario Austral de Osorno