Más claro… echarle agua
Opinion

Hace pocos días Chile suscribió el Plan de Seguridad Alimentaria y Nutricional y Erradicación del Hambre 2030 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Este promueve políticas públicas integrales y pone en el centro a la agricultura familiar campesina y de pequeña escala para potenciar la producción de alimentos nutritivos, sanos y sostenibles.

La iniciativa refuerza la actual política de desarrollo rural y representa una gran oportunidad de desarrollo para nuestra provincia y región. No obstante, potenciar la producción local requerirá enfrentar los desafíos del cambio global y la escasez hídrica.

En las últimas décadas se han observado cambios alarmantes en los patrones de precipitaciones, amenazando el acceso y disponibilidad de agua para la ganadería/agricultura y el habitar humano en zonas rurales. Lluvias más concentradas y extremas en invierno, temporadas de verano más largas y secas, y la disminución de los niveles freáticos, pronostican una incertidumbre hídrica que desafía la capacidad de las autoridades, los agricultores y las comunidades para adaptarse.

La dependencia histórica de nuestras cuencas de las lluvias y los deshielos, junto a una regulación ineficiente de los derechos de agua, han implicado un escaso desarrollo de infraestructura hídrica y de una organización social que permita enfrentar la sequía de manera integrada.

En general, las soluciones públicas y privadas para suministrar agua a las personas (camiones aljibe), al ganado (pozos) y a los pastizales (áreas productivas) han sido reactivas, ineficientes y costosas. Además, los datos hidrológicos son escasos y dispersos, lo que ha dificultado la toma de decisiones informada y la construcción de confianza entre los actores.

Es tiempo de avanzar en el desarrollo de modelos locales de gestión y gobernanza del agua en nuestros territorios, co-construidos por las múltiples partes interesadas y basados en datos actualizados, escenarios y respuestas adaptativas. La estrategia ratificada no solo nos impulsará hacia una mejor nutrición con mayor participación de la pequeña agricultura, sino también nos obligará a una mayor articulación territorial de cuencas más resilientes.

Por Andrés Marín Ricke, investigador del CEDER ULagos.

* Publicada el 1 de febrero de 2024 en el Diario Austral de Osorno

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