He leído opiniones de quienes han ido en defensa de la industria del salmón debido a los acontecimientos de floración de algas, la muerte de peces y su posterior procesamiento o vertimiento. Me llama la atención tres ideas que son comunes en dichas defensas.
La primera es que la afloración de algas viene ocurriendo desde antes de la presencia de la industria de salmónidos. Bueno, los terremotos también ocurren desde antes del poblamiento humano, y es justamente nuestro poblamiento y nuestras decisiones lo que los convierte en desastre. La segunda está relacionada con la evidencia existente respecto a la relación entre el nivel de nutrientes en el mar de proveniencia exógena y la floración de algas. Por eso se ha aludido de que también se debe poner atención a la descarga de residuos provenientes de actividades que son más bien de origen domiciliario. Pero en los últimos casos, basta con ver la densidad poblacional en las cercanías de fiordos del sur austral para bajarle el perfil a esa idea.
Hay una tercera idea que es más interesante y a la vez preocupante. Hay evidencia de la correlación entre el cambio climático y el incrementando de afloración de algas, y con esto la disminución de oxígeno a un nivel que hace imposible la subsistencia de los salmones. Es por eso por lo que el reglamento ambiental obliga a los centros de cultivo con bajo nivel de oxígeno a que cierren. Según Sernapesca, en 2020 un 37% de la mortalidad de salmones se debió a falta de oxígeno. Esto ha llevado a la industria a “inyectar” este vital elemento en los cuerpos de agua de los centros usando grandes estanques.
En base a la información pública disponible, la mortalidad de peces es un problema medioambiental permanente. En casi en la mitad de los eventos de mortandad de 2020 se sobrepasó la capacidad de procesamiento y almacenaje de compañías. En realidad, lo nocivo es una insuficiente gestión del riesgo que esta llevando la industria frente cambio climático y a una falta de investigación de largo plazo respecto a la capacidad de carga de dichos ecosistemas.
Dr. Ricardo Rivas