Heladas en Osorno y cambio climático
Opinion

El cambio climático es una realidad global cuyas manifestaciones locales requieren atención urgente. En el caso de Osorno, con un clima templado oceánico, los efectos del calentamiento global se han vuelto cada vez más evidentes en los últimos años. Uno de los fenómenos más preocupantes ha sido el aumento en la frecuencia e intensidad de las heladas, un cambio que pone en riesgo no solo la agricultura regional, sino también la seguridad alimentaria y la economía local.

Tradicionalmente, Osorno ha sido reconocida por su producción ganadera y agrícola, sectores altamente dependientes de la estabilidad climática. Sin embargo, las heladas tardías -aquellas que ocurren fuera de temporada, principalmente en primavera- se han vuelto más comunes. Estas afectan directamente los cultivos de papa, avena, trigo y frutales, dañando los tejidos vegetales jóvenes y reduciendo el rendimiento. Las pérdidas económicas pueden ser millonarias y, en algunos casos, irreversibles para pequeños productores.

Este fenómeno se inscribe dentro de una paradoja del cambio climático: aunque el planeta en promedio se está calentando, también se producen eventos extremos que pueden parecer contradictorios, como olas de frío o heladas intensas y al mismo tiempo (pero en otro lugar de planeta -Europa-) calores intensos. La razón de esto está en la alteración de patrones atmosféricos, como el debilitamiento del vórtice polar o el desplazamiento de masas de aire frío hacia latitudes más bajas.

La respuesta institucional ha sido insuficiente. Si bien existen programas de ayuda ante emergencias agrícolas, estos suelen llegar tarde o no contemplan medidas estructurales de adaptación. Además, la falta de información climática precisa y accesible para los agricultores limita la toma de decisiones oportunas. Es urgente una política pública integral que combine ciencia, educación y planificación territorial.

Frente a este escenario, es clave fomentar prácticas agrícolas resilientes, diversificación productiva y el uso de tecnología para monitorear condiciones climáticas. También es necesario fortalecer la educación ambiental en todos los niveles para crear conciencia sobre la interconexión entre lo global y lo local.

En conclusión, las heladas en Osorno no pueden entenderse como simples fenómenos meteorológicos aislados. Son parte de una crisis sistémica que exige respuestas coordinadas, basadas en evidencia y con enfoque en la justicia climática. Solo así será posible proteger tanto los ecosistemas como los modos de vida que dependen de ellos.

Por Mario Sandoval, investigador del CEDER.

*Publicada el 3 de julio de 2025 en el Diario Austral de Osorno.

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