A principios de la década del año 2000 iniciaba la reforma de salud en Chile y en sus lineamientos se declaraba una salud con pertinencia sociocultural, centrando su foco en aquellos problemas de salud injustos y evitables. De esta forma, se sustentaban las bases para enfrentar las enfermedades del «nuevo milenio», asociadas al sedentarismo, falta de actividad física y la desnutrición por exceso.
Transcurridos varios años de la reforma de salud se puede observar que hay avances en la atención, el fortalecimiento de los derechos y deberes de las personas y en el acceso-oportunidad de la atención. Sin embargo, hay problemas estructurales que no evidencian avances. Entre los más importantes, debido a las características territoriales de la Región, están:
Las consecuencias negativas asociadas a la dificultad de acceso y disponibilidad de agua, contaminación ambiental, organización de las cuidades, precariedad e informalidad laboral entre otros aspectos, fortalecen el desarrollo de enfermedades.
Frente a estos problemas se necesita avanzar en propuestas orientadas a una participación vinculante, modelos de planificación sustentados en una epimiología territorial con sensibilidad a la diversidad social, económica y cultural de cada comuna y permitir flexibilidad para que los equipos de salud puedan incorporar adecuaciones al funcionamiento de programas nacionales, métricas de evaluación y financiamiento.
Por Claudio Merino, investigador del CEDER ULagos
* Publicada el 20 de junio de 2024 en el Diario Austral de Osorno
(*) Foto principal: U. Chile