Hemos visto actos de violencia relacionados al conflicto entre el Estado Chileno y los pueblos originarios de Chile, principalmente, el Pueblo Mapuche. Me refiero a actos violentos hacia comunidades por el simple hecho de defender sus derechos; derechos establecidos por Tratados Internacionales y Convenios suscritos por Chile. Estos actos de violencia surgen de un enquistado racismo en gran parte del aparato del Estado y en gran parte de la sociedad civil, y emanan de discursos nacionalistas que nos han formateado a pensar de una forma poco dinámica, individualista e indiferente al sufrimiento de muchos para el beneficio de pocos.
Curioso que la mayoría de los medios, tanto en EE.UU. como de otros países (incluidos Chile), no dudó en comprender el estallido social ocurrido hace pocas semanas en EE.UU. tras el asesinato de un afroamericano por un oficial de la policía, ni dudaron en apoyar demostraciones antirracistas, aun cuando se marcaba la diferencia entre aquello y el vandalismo y el saqueo. Nadie pone en duda los motivos de la tensión en EE.UU., por la discriminación estatal hacia los afroamericanos.
Pero no ocurre lo mismo cuando esa discriminación se evidencia hacia individuos y pueblos indígenas. Este “estallido social” se relaciona con el estallido de 18-O, 2019. Derechos humanos han sido violados. Las personas están informadas y exigen que sus derechos sean protegidos – no aceptarán más abuso, discriminación ni violaciones (sea hacia pueblos originarios, sea por orientación sexual o de género, sea por posición económica o política). ¿Es tan difícil comprender los ánimos de quienes han vivido (ellos y sus antepasados) discriminación, maltrato, racismo y violencia (física, verbal, cultural y política) por tanto tiempo? En la comuna de Osorno, y en la Región de Los Lagos, también ocurre y, lamentablemente, veremos más efectos de actos discriminatorios si no se toman decisiones políticas, locales y nacionales, para favorecer a los pueblos originarios pronto. De la comprensión, se pasa al diálogo, y del diálogo, al hecho. El diagnóstico de cómo “repararlo” está claro. Solo falta la voluntad.
Dr. James Park Key, Director del Centro de Estudios del Desarrollo Regional y Políticas Públicas, CEDER, de la Universidad de Los Lagos.