Este jueves 22 de mayo, el Centro Cultural La Moneda acogió la presentación del libro Tiempo de disfraces. Política y sociedad en los años 90, del académico de la Universidad de Los Lagos y postulante al Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2025, Dr. Gonzalo Delamaza.
La actividad, organizada por el Centro Cultural junto a la editorial de la Universidad de Los Lagos, tuvo lugar en el Espacio Lector y reunió a destacadas figuras del mundo intelectual y cultural, en un ejercicio de memoria y crítica sobre la transición chilena y sus consecuencias.
El libro -una recopilación de columnas y ensayos escritos en tiempo real durante los años noventa- propone una revisión crítica del periodo, no como una síntesis posterior, sino como “crónicas escritas durante los años 90”, según remarcó Delamaza. Su tesis central: el éxito político de la transición impidió cuestionar su diseño original, generando una democracia de baja intensidad, escasa participación y creciente desconexión entre ciudadanía y élites.
Durante la presentación, el autor agradeció la seriedad del debate, valorando que se tratara de “una conversación más amplia” y no de “un llamado a la tribu”. Rechazó cualquier lectura conspirativa del texto: “muéstrame en algún pasaje del libro donde diga que hubo un grupo de malos”, subrayó. Más bien, apuntó a que se asumió un “disfraz” de democracia que legitimó un orden sin resolver tensiones profundas.
Claudio Alvarado, director del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES Chile), elogió el libro como un aporte crucial para “problematizar la lectura supuestamente lineal” de los 30 años postdictatoriales. Destacó su enfoque retrospectivo desde los años 90, con textos “contemporáneos a los hechos, pero que no respondían al discurso oficial”. Reconoció el valor del análisis de 1989 y del diagnóstico sobre el “distanciamiento de la sociedad respecto de la política democrática”.
Aunque coincidió con el énfasis en “la contingencia, la libertad de los agentes”, planteó contrapuntos: cuestionó si la crítica de Delamaza va más allá del proceso chileno y apunta a una incomodidad más amplia con la modernidad. También señaló la necesidad de considerar que “el modelo fue sistemáticamente validado en las urnas”. Finalmente, instó a revisar cómo el diagnóstico autoflagelante “también tuvo sus sombras cuando ganó viabilidad política”, aludiendo al rechazo del proceso constituyente en 2022.
Estallido
Desde otra perspectiva, la psicoanalista Constanza Michelson introduce el libro destacando su origen en “un instante”: el estallido social, un umbral temporal donde “todo podía cambiar o no cambiar nada”. Subraya que el texto no trata del estallido, sino que “registra una interpelación del estallido”, en tanto este volvió el futuro “una pregunta” y al pasado, “legible de otro modo”.
El libro no busca tomar partido sino “responder a eso que nos llama”, y Michelson acepta presentarlo no desde el saber sino desde esa interpelación. “Decir algo no siempre es ir a buscar algo adentro”, afirma, sino responder desde lo que nos exige el afuera.
Para ella, el tema central del libro no son los 30 años después del fin de la dictadura, “ese es el material”, sino “las distintas formas que el tiempo toma”. Destaca que fue escrito en un momento de congestión simbólica: “ya no se quería hablar más de la dictadura (…) el silencio no era olvido, sino el intento de clausurar el pasado antes de tiempo”.
Finalmente, Michelson conecta los “disfraces” del título con el síntoma cultural: “los disfraces hablan, siempre hablaron”. La urgencia del presente, dice, es “fabricar tiempo”, con dos fuerzas: “la decencia” y “la libido”. Así, propone leer el libro como gesto ético y político ante una temporalidad rota.
Por su parte, Eugenio Tironi, sociólogo y protagonista del periodo, valoró el libro como un testimonio valioso de los años 90, con textos que reflejan “cómo pensábamos entonces”. Sin embargo, advierte que al carecer de una mirada retrospectiva desde el presente, “le resta un cierto valor analítico”. Critica la tesis central del Dr. Delamaza, que plantea una transición pactada y elitista que “ahogó los medios de comunicación democráticos” y generó una “crisis de representación”.
Tironi discrepa: “yo tengo una visión menos maquiavélica” de la transición, defendiendo el orden y la moderación tras años de violencia. Rechaza la idea de una élite que desmanteló movimientos sociales: “no fue interés de los grupos producir movilización social, pero tampoco estaba en sus manos detenerla”.
Sobre el estallido social, cree que no fue sólo reacción a la pobreza, sino fruto de “una clase media frustrada” y angustias modernas como “soledad, desarraigo, miedo a la enfermedad”. Finalmente, comentó el título del libro afirmando: “quiero hacer un elogio de los disfraces”, pues estos son “condición de la paz y del orden social”, concluyendo: “la autenticidad conduce a la barbarie… tenemos el disfraz para no morir de la transparencia”.
El panel fue moderado por Sergio Trabucco, subdirector de Arte, Cultura y Patrimonio de la Universidad de Los Lagos, y contó con palabras de bienvenida de Gabriel Hoecker, encargado de Comunidades del Centro Cultural La Moneda. Al cierre, el Dr. Delamaza remarcó la necesidad de dar más “densidad histórica” a los análisis actuales y subrayó el valor de mantener viva la memoria crítica: “los libros se escriben para que los lean, y a este le costó tanto alumbrar”.
Tiempo de disfraces está disponible en formato digital y pronto en físico. La invitación queda hecha: leerlo no solo como un análisis de los años 90, sino como herramienta para comprender el presente y proyectar el futuro democrático del país.
Publicado por: Andrés Zanetti